17 enero 2010

Sobre el Anatemas de René Silva Catalán



Texto leído en el lanzamiento de Anatemas de René Silva Catalán, el 15 de enro de 2010, en Balmaceda 1215.


El Anatemas de René Silva Catalán (San Bernardo, 1971), poniéndolo dentro de una clasificación simple sería la de un libro religioso, principalmente por todos los signos y códigos que usa, que no sólo son en base a las mitologías judeocristianas, como se concibe lo religioso desde este lado del mundo, sino que apela a algo más alto y universal, como el logo que timbra la portada que es la bóveda celeste y la s acostada que simboliza al Dios Único, o en los nombres y símbolos de los dos capítulos del libro Ignea Natura y Renovarum Integra, de los cuales son demasiado complejo explicar por lo que no voy a ahondar en detalles. Pero solo por dar ejemplos, la traducción de los dos capítulos sería “El fuego natural renueva a una nueva vida”, además de que las iniciales de los dos capítulos (Ignea Natura y Renovarum Integra) forman la palabra INRI.


Pero Anatemas más que ser un libro religioso es más bien un libro pagano, que hace una suerte de reinterpretación de la religión a la propia vida del hablante. Una reinterpretación no como ese que dice “yo soy cristiano, pero a mi manera”, sino que es una renegación y rechazo absoluto a la religión, sobre todo la católica, ya sea por la cantidad de mentiras que han sido demostradas a lo largo del tiempo y que se enseñaban y creían como verdades absolutas (incluso hasta nuestros días), o por los mismos crímenes hechos en nombre de la propia religión. Entonces el hablante, en su propia vivencia, en su comprensión de las cosas que pasan a su alrededor, llega a la conclusión de que él posee un libre albedrío, de que él mismo puede discernir que es lo bueno o lo malo, de que se castiga o no, sin que los dogmas o leyes divinas califiquen sus propios actos, y según ello sea juzgado y condenado. Entonces ahí está el repudio a todo esto, la propia revelación y se es para sí mismo un anatemizado, o sea un expulsado de la religión, quien queda maldito por los creyentes de las leyes que él niega. Entonces el vivir el Anatemas, no es agnóstico o ateo, sino es la forma de vivir y llevar su propia creencia.


Pero aún así estos códigos de la religión de la que se niega son usados en todo el libro. Los nombres de los poemas en latín que recuerda los rezos de las antiguas misas, los epígrafes de los testamentos, los espejeos con escenas bíblicas, objetos como la corona de espinas, el beso de Judas, Gomorra, María Magdalena, Cristo apareciendo de distintas formas. También hay guiños a creencias paganas o no cristianas como la higuera en la noche de San Juan, el dunguve que es el adivino de la religión mapuche, aparte de símbolos del cristianismo antiguo, del ocultismo que están a lo largo de todo Anatemas.


Llama la atención el tono de voz del hablante de Anatemas. Es un tono de confesión, de pedir perdón, propios de un ser dolido, que por medio de esta páginas carga con un sufrimiento interno, con su propia cruz, si se quiere


Así este hablante, que en todo el libro toma su función de hombre de familia, se dirige a sus seres queridos. Está el hablante hermano, que conversa con su hermano muerto y con los recuerdos de este. Está el hablante esposo que junto a su compañera aguanta todo esto. Está el hablante padre que se dirige a la hija tratando de enseñarle a entender el mundo, con sus leyes humanas y divinas, mientras él la protege y ve crecer. Por lo mismo, Anatemas nace desde la familia, como núcleo de su propio discurso, por quien el aboga, defiende, con quienes se confiesa y vive ese dolor.


Anatemas también es un libro creado desde el imaginario del metal. Y sí, acá se ocupa el fuego, los demonios, la sangre, el tormento y todo lo que se pueda imaginar de ese infierno metalero. Pero si hay fuego, es el que se usa para la ya mencionada purificación, si hay sangre, es la sangre del hermano abatido y muerto por una bala fiscal, hermano a quien en su memoria está dedicado el libro y que aquí aparece como la oveja puesta en sacrificio. También hay tormento, que viene de esa misma pérdida y otras tantas, que quedan sin venganza, sin justicia, más la propia rutina que a través del tiempo amaina pero no mata la pena. De ese infierno habla. Imaginario metalero que también está anatemizado, que también plantea su discurso contra la religión. Así también, como influencias literarias, hay influencias claras que vienen desde bandas metaleras, como My Dying Bride, los italianos de Ataraxia, o la misma banda Anatemas, uno de los factores culpables de por qué el libro se titula así.


Ahora dentro de mis juicios y conclusiones no voy a hacer las malas prácticas que suelen aflorar en los lanzamientos de libros, como dar citas, que por lo general siempre el presentador roba los mejores versos del libro y se los pitea, quitándoles gracia para cuando el autor los lee. Ni voy a hacer vínculos con tal o cual poeta, ni tirar una pomposa lista de apellidos que supuestamente como en una carrera de relevos los grandes próceres de la literatura le darían el bastión a René, para que continúe esta carrera que se llama poesía chilena, ni nada por el estilo. Esa pega se la dejo a la academia.

Tampoco al dar mi juicio, voy a caer en la clásica y sospechosa coincidencia de que precisamente quien presenta el libro es justo quien lo encuentra lo mejor de lo mejor, sorprendente, extraordinario, maravilloso, y dice que estamos en presencia de quien viene a romper con todo lo que ha escrito en la última década, en el último siglo. No, yo no digo que Anatemas no pueda serlo, ni que esté lejos de eso, pero no quiero caer en ese mismo error, ni heredar esa mala maña.


Lo que sí puedo decir de Anatemas es que es un libro pleno, que su función como poemario se ejecuta cabalmente, que no tiene poemas bisagra o de esos textos que funcionen sólo dentro del contexto del libro, cosa que personalmente envidio bastante. Tampoco es un vomito de decenas y decenas de páginas que uno tiene que bucear para encontrar la médula de lo que realmente quiere decir el autor, o peor aún, encontrar un poema decente. Ni por el contrario no es un libro que a la fuerza le metieron poemas para que el objeto libro se viera más gordo, pero que al leerlo se nota que esos poemas vienen de otra parte. Tampoco como muchos de los que hablan contra algo no pasan más allá del panfleto. Anatemas habla y ataca a la religión en su forma de ser enseñada, de cómo actúa y rige la vida de los hombres, pero no cae en la blasfemia o insulto fácil, sino que hay una vuelta de tuerca al hablar de la religión desde dentro de la propia conciencia del creyente y como él en su interpretación personal y experiencia de vida decide negar esos dogmas. Y precisamente, la experiencia de vida de René Silva es la médula Anatemas, el autor habla de lo que sabe, de cosas que a él le pasaron, no de lo que le contaron o que leyó por ahí. Por ende es un libro sincero, creíble, verdadero. En ese sentido Anatemas es un poemario que cumple con sus objetivos, que sabe manejar las herramientas a disposición, sin romperlas por mal uso ni las deja olvidadas quemándose al sol. Y eso, habiendo tanto libro que comete esos errores, se agradece.


Así, como siendo este un libro religioso, o pagano, mejor dicho, y siendo yo quien preside esta parte de la ceremonia, del sagrado sacramento de lanzar el libro, doy por bautizado este Anatemas, primogénito en la obra de René Silva Catalán, a quien deseo larga vida y próspera prole literaria.




1 comentario:

  1. Es un gran autor por lo que e leido de su adelanto una lastima no haber podido asistir, y se agradece esa honestidad del poeta Cardani ante la grandilocuencia.

    Saludos Razo buena presenación.

    ResponderEliminar